sábado, 20 de junio de 2009

Una carta...




"Llegó en el momento preciso. Podía sentir en ella lo necesario, lo suficiente, lo esperado. La ansiedad me mantenía inmóvil, conteniendo el deseo placenteramente, esperando lo maravilloso de leer sus palabras...tan sólo sus palabras, porque las palabras escritas no llevan engaños; no están hechas para disimular.Las palabras escritas permanecen; no están a merced del viento."



Hola! ¿puedo?

Este es un escrito que nació en Barcelona y que no quiero dejar de compartir con Uds. Espero que les guste.


Hoy es un día nublado y lluvioso, gris y aunque aquí es primavera, hace frío.

Día preciso para la melancolía.
Se preguntarán si me atacó un exceso de ella, pero no, yo creo que debe ser el chocolate, en todo caso y aunque verdaderamente no concuerdo con esta frase "Los excesos no son buenos" a cambio les regalo una pregunta Lo bueno, ¿no será un exceso?
Hace un tiempo que mis palabras se desparraman en cartas, y cuando digo "cartas" son cartas, no mails. La diferencia entre una carta y un mail es enorme, desde que nace en quien la escribe hasta que llega a manos de quien la lee, pero es cierto que en estos tiempos donde la velocidad es la premisa negar la tecnología parece ser una tarea agotadora.
Quiero contarles que me enamoran las cartas, que una carta es un acto de amor, que requiere de tiempo, interés, deseo, voluntad y por sobre todo, una sensación a compartir.
Seguramente lo que escribí en el renglón anterior los lleva a esas cartas donde el amor de la vida le escribe a su terno amor quien lo lee, en una mezcla de ansiedad, curiosidad y satisfacción; puede ser, pero en realidad de eso escribiré unos renglones más abajo.
En este tiempo me dediqué particularmente a las cartas, seguramente porque los viajes son propicios para ello, porque las distancias son demandantes y porque me enamoro de las cartas.
Mis cartas intentan no ser anuncios y tampoco son simples acercamientos, en todo caso presumen de la necesidad de ser esperadas.
He escrito cartas para ganarle una partida a la muerte, para recapturar la infancia, una para extrañar lo que se espera, algunas para nadie y muchas para los que comparten conmigo la vida . Pero en esta mañana melancólica y bastante solitaria, decidí recordar unas cartas, esas que fueron enviadas y recibidas con ansias, y es grato saber que ellas pueden congelar el tiempo, pueden lo que nosotros no podemos.
Y si de cartas de amor voy a hablar, sin desmerecer a quienes me enamoraron, les recomiendo leer las cartas que le escribió Beethoven a su Amada inmortal, las de Voltaire, las de Kafka a Milena, Las del chico malo "Wilde" que sostenía vivamente que las mujeres fuimos hechas para ser amadas, y las de Napoleón a su adorada Josefina, en este caso, amigos varones no interpreten mal su frase de "La batalla contra una mujer es la única que se gana huyendo" no está diciendo que escapen, tal vez refiere a lo innecesario de una batalla o a que huir a veces puede ser la forma de llegar y sólo se sabe, si uno se lo permite.

Que pensaban..que no iba a incluir las maravillosas cartas escritas por ellas?
Mágicas, apasionadas, extremas y tímidamente seductoras, maestras de las palabras. Las cartas de Alfonsina, las de Camille Claudel a Rodin, Las de Milena, el amor de Kafka son mis preferidas, el era muy tímido. Milena y Franz se escribieron durante dos años y sólo se vieron dos veces. Ella era una mujer muy inteligente, que formó parte de la resistencia Checa y él un hombre muy tierno y un escritor único, los separaba la distancia, la edad, las circunstancias pero aún así sus cartas los unían. Las recomiendo, las leo desde hace tiempo y me enamoran el alma.

La invitación entonces es... si tienen un amor, no se priven del placer de escribirle una carta, si no lo tienen aún, no se priven del placer de escribirle una carta. Si lo tienen y ella o él no lo sabe, no se priven del placer de escribírselo en una carta, una declaración de amor es completa en si misma más allá de la respuesta. Escríbanla en un papel y con su lapicera preferida, no voy a exagerar recomendando una pluma o plumín pero quienes las usan aún, saben de esa maravillosa sensación de hacerle el amor al papel desparramando sobre él la tinta y encontrar en nuestros dedos lo que la pasión deja como legado. Si pueden, envienla por correo, de no ser así, no me opongo a la tecnología pero guarden el manuscrito y no se contenten con un archivo Word, tal vez una mañana melancólica les sea útil encontrarla y leerla.


Y si de amores se trata, lejos entonces los estereotipos, despidan los miedos, disfruten el reconocerlo o el esperarlo y por supuesto...que tenga sabor a chocolate.

Gracias por leerme.


SOL