Después me levanto, corro a la heladera a buscar algo para comer, vuelvo a mi cuarto y me pongo a pintar.
No dejo de ser “Yo…la peor de todas”, la que se ríe a carcajadas o llora por cualquier pavada.
La flaca patita de tero, la popotitos, la firafa, la nena de papá, el insomnio de mamá, la Ole de mi hermana.
Una hojita que desprendió el viento del sur, una cajita llena de recuerdos.
Soy cada verano en el campo, andando a caballo hasta sentir que el viento me acaricia el alma.
Soy la guitarra que suena el fin de semana, las teclas de la máquina de escribir cuando todos duermen.
Soy las noches de primavera esperando que Kike llegue y me llame por teléfono y hablemos horas y horas jurando que cada uno quiere más al otro.
Soy una infancia de dulces caseros, de ladrillos calentitos en la cama, de noticiosos y tardes de piano, de vestiditos blancos y moños grandes.
Sigo siendo “At My most Beautiful” la canción de REM que seguro le gusta al hombre de mis sueños.
Sigo siendo mi mejor versión de “Orgullo y Prejuicio”
Sigo siendo la que prefiere una tarde a la orilla del rio pensando en cosas impensadas.
Sigo siendo yo, la que dibuja sus circunstancias.
Y así, cada día recuerdo que ésta soy yo, la que siempre fue la que es.
La alocadamente feliz, que tanto los ama.
Sole
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